Los migrantes venezolanos contribuirían con más de 500 millones de dólares al fisco peruano este 2024, según el reciente estudio «Análisis exploratorio de la contribución fiscal y económica de la migración venezolana«, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y Equilibrium. De acuerdo con la investigación, este monto representaría el 1,35% de la recaudación por impuestos en el país, aproximadamente 1.980 millones de soles.
El sector privado contrató a unos 51.793 trabajadores venezolanos en el 2023. El cálculo del director de Equilibrium y economista David Licheri incluye, además, el aporte de los trabajadores independientes (cuarta categoría) al fisco, recaudado a través de tres vías: el Impuesto General a las Ventas (IGV), el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) y el Impuesto a la Renta (IR).
Por otro lado, «entre 2018 y 2022, por cada sol invertido en refugiados y migrantes venezolanos, el Perú recibió 2,6 soles de retorno«, según el informe “Un encuentro de oportunidades: La movilidad humana de Venezuela y el desarrollo del Perú”, publicado por el Banco Mundial y la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Además, el estudio de la OIM (2024) estima que, si el Estado peruano facilitara la regularización e inserción en el mercado laboral, el impacto fiscal de la población venezolana en el país podría superar los 790 millones de dólares estadounidenses (unos 2.999 millones de soles) por año.
“Eso representa casi 800 millones de dólares al año. Al final el Perú no ha perdido económicamente por la llegada de los migrantes, pero tampoco ha sabido capitalizar los profesionales que tiene acá”, señala Nurys Morin, psicóloga y vicepresidenta de la ONG VeneActiva.
¿Cuáles son las consecuencias de no facilitar la integración de los migrantes?
A partir del 2016, los migrantes venezolanos llegaron a Perú y se insertaron en un mercado informal.
“La falta de homologación de títulos académicos y la validación de la experiencia laboral (han limitado) las oportunidades de empleo para los migrantes venezolanos en Perú”, apunta el estudio de 2024.
Al no poder trabajar de manera formal, la migración venezolana “ejerce presión sobre el sector informal laboral, donde los salarios son muy bajos”, se refiere en el libro “Inserción laboral de la migración venezolana en Latinoamérica”, de 2021.
Como resultado, esta población termina compitiendo con sectores vulnerables de la población local ―por ejemplo, jóvenes peruanos sin estudios técnicos o profesionales― por trabajos precarizados, con poca remuneración.
“Esta mayor competencia ejerce una presión a la baja sobre los salarios. (…) Esta es una señal de lo costoso que puede ser para el Perú no aprovechar la migración venezolana”, apuntó Patricia Vera, docente de Economía de la Universidad de Piura, durante la presentación del estudio de la OIM [1], el 12 de diciembre.
Migrantes han optado por el empleo autogestionado
Ante la situación de subempleo profesional, los venezolanos en Perú con formación previa han optado por trabajar en su profesión de manera independiente o reorientar su actividad económica a una nueva ocupación.
Ender Concepción Paredes nació en Caracas y a los 22 años se mudó al estado Carabobo. Allí conoció a su actual esposa, con la que tuvo tres hijos. Estudió en un instituto de idiomas, del que se graduó en 1998, y cursó una carrera técnica de administración de recursos humanos, que lo llevó a trabajar para un banco público de Venezuela.
Debido a la crisis económica, Ender decidió viajar a Colombia, «a probar suerte», en el 2018. Sin embargo, el Estado colombiano fue más estricto de lo que había previsto respecto a la documentación. Se dirigió a Perú.
En la ciudad de cielo gris, su primer trabajo fue vender frutas en el mercado Amaru.
Tenía dos días de haber llegado a Perú y de repente voy caminando por una plaza y escucho que gritan mi nombre, Ender. Y yo decía: '¿Y quién me conoce aquí, si yo estoy a 5.000 kilómetros de mi casa?'. Y cuando volteo era una persona del mismo pueblo que yo. (...) Y caminamos como 300 metros y me presentó un peruano y el peruano, sin conocerme, primera vez que me veía, me dijo: 'Chamo, ¿quieres chambear?'. Y yo: 'Claro'. 'Quítate esa chompa y empieza de una vez'".
Ender
Más adelante, Ender intentó vender postres por su cuenta. Un encuentro casual lo ubicó frente al cuatro, un instrumento de cuerdas, «el instrumento nacional de Venezuela». Tocar una gaita, el género musical que se escucha en diciembre en el país caribeño, le granjeó la simpatía de un paisano, que lo contactó con el dueño de una service.
Así fue su ingreso al mercado formal. Después de trabajar un año para la empresa, lo contrataron a plazo fijo, con los mismos beneficios de los trabajadores nacionales. Su labor consistía en procesar alimentos de origen hidrobiológico. Es decir, picar, congelar, empacar y vender pota, perico, langostino y demás.
En esa empresa se trabajaba 12 horas, de lunes a sábado. De 8 de la noche a 8 de la mañana, ahí estuve cuatro años. Para nosotros, los venezolanos, es un choque cultural la parte de la jornada laboral peruana porque es muy extenuante. (...) Pero si tú estás emigrando, tú tienes que adaptarte al sitio donde llegas".
Ender
A pesar de la agotadora jornada, el trabajo en la industria pesquera era, de acuerdo con Ender, bien remunerado. Después de un año y dos meses de estar en el país, trajo a su esposa y a sus hijos a Perú. Con su familia ya instalada, decidió ganarse la vida con una actividad que había empezado en Venezuela, la enseñanza particular del inglés. Actualmente lleva dos años trabajando de manera independiente.
En ese sentido, Nurys Morin apunta que algunos migrantes orientan su actividad económica hacia otro sector o “reasignifican su vida”. “El proceso de migración te lleva a eso, te lleva a la resignificación también de tu forma de ganarte la vida”.
Ender Concepción desarrolló la resiliencia.
Perú a mí me ha enseñado muchísimo, yo no soy la misma persona desde el 2018. Yo considero que era un hombre bastante —¿cómo decirlo?— blando. Perú te endurece, pero te endurece para bien. Si tú no sacas tu mejor versión en Perú, no vas a poder vivir acá. Perú te exige que tú seas lo mejor que puedas ser porque si no el sistema te come".
Ender
Otros venezolanos han fundado una pequeña empresa que, en algunos casos, se ha convertido en una franquicia.
“El emprendedurismo es una vía alternativa a las puertas que están cerradas por el lado del mercado laboral. No es una vía fácil”, apuntó Guillermo Díaz, economista para Perú del CAF-Banco de Desarrollo para América Latina, en el evento sobre el estudio de la OIM.
¿Cuáles son las barreras que dificultan la inserción laboral de los migrantes?
Para Nurys Morin ―quien ha coordinado el programa de inserción laboral Valiosos [2] en la ONG VeneActiva― los principales obstáculos que existen son cuatro: la cuota del 20% de trabajadores extranjeros, la rigidez de la documentación, el desconocimiento por parte de las empresas de los distintos tipos de documentos válidos para trabajar y la percepción de que la inseguridad está ligada a la migración.
La ley peruana establece un límite del 20% de trabajadores extranjeros
De acuerdo con el artículo 4 de la Ley para la contratación de trabajadores extranjeros, de 1991, las empresas nacionales o extranjeras que operen en Perú pueden contratar personal extranjero por «hasta el 20% del número total de sus servidores, empleados y obreros».
Para David Licheri, esta norma tendría que modificarse, ya que la dinámica actual ha cambiado. “Es una ley que se pensó en su momento bajo una situación migratoria muy distinta, en la que venía mucho personal calificado con inversión extranjera a trabajar en minería ―europeos, sobre todo―, entonces querían asegurar transferencia de conocimiento contratando a locales (…) pero hoy en día lo que está generando es un incremento de la informalidad”.
Por un lado, eso significa que “si tú eres un venezolano que tiene su propio emprendimiento familiar, y quieres legalizarlo, no puedes. O sea, si puedes, pero a la hora de tener planilla, tienes que llenar un montón de vacíos para poder incorporar a personas de tu familia”, señala Nurys Morin. En el caso de las empresas grandes, no pueden pasar el límite y prefieren no pedir excepciones.
Burocracia en trámites y documentación
Al trámite de reconocimiento de títulos, se suma la colegiatura para algunas carreras. Y quizás para todas, si el Congreso logra aprobar el proyecto de ley al respecto.
“Hay colegios que no quieren colegiados (migrantes); que abiertamente dicen: ‘Yo no voy a colegiar extranjeros’. (…) Tampoco hay voluntad de diálogo. Eso pasa con el Colegio de Farmacéuticos, pasa con el Colegio de Enfermeros, pasa con el Colegio de Contadores”, señala Morin.
Hasta julio de 2024, la Sunedu contó 14.056 registros de venezolanos con grado de bachiller y titulación. De ellos, 2.981 corresponden a carreras de ingeniería, 2.830 a medicina, 2.306 a educación, 2.127 a enfermería, 676 a odontología, 657 a contaduría pública, 621 a administración, 316 a bioanálisis, 277 a psicología, 246 a medicina veterinaria, 171 a comunicación social y el resto a otras [3].
De ellos, unos 4.038 profesionales venezolanos fueran habilitados ante la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) en el marco del Programa de Inclusión Económica de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Consejo Mundial de Cooperativas de Crédito (WOCCU) [4].
Esta iniciativa logró que aproximadamente la mitad de los 4.038 pudiera conseguir un nuevo o mejor trabajo, según explicó Jorge Herrera, de WOCCU, con base en el Estudio de integración de migrantes y refugiados. En total, se generaron más de 6.000 empleos.
Nestor Reina Rengifo (31) es psicólogo clínico. Nació en Caracas y vivió en el estado Carabobo desde el 2010. En septiembre de 2018 salió de su país. Atravesó Colombia y llegó a Ecuador, donde se quedó solo una semana. Buscó trabajo “de lo que sea” en el país dolarizado pero no lo contrataron ni como mesero ni como vendedor. Ese fue su primer duelo.
En esa encrucijada, emigró a Perú. Llegó a inicios de octubre del 2018, con una aparente oferta laboral. Cuando cayó en cuenta de que el “trabajo” consistía en vender productos de empresas piramidales, entendió que tenía que encontrar otros medios para vivir.
Trabajé en una repostería, trabajé volanteando, ayudando en la mudanza. Tenía que ser muy versátil. En siete meses había regularizado mis papeles, pero siempre había una traba. Tenía mi permiso de permanencia temporal, el PTP, y me decían: ‘Para recibos por honorarios tienes que tener tu Clave SOL, tu RUC', y no era tan fácil en ese momento”.
Nestor
Desalentado, Nestor Reina migró a Chile. Estuvo cuatro meses, pero no le fue fácil acceder a un empleo como turista. Entonces, regresó a Perú.
Me di cuenta que Perú es un país de oportunidades. (...) Es fácil comprar una bolsa de caramelos y subirte a un bus. Suena triste, pero yo creo que en Perú el que se lo propone no se muere de hambre, pero la idea es ser ambicioso”.
Nestor
Cuando Nestor volvió, en 2019, consiguió un puesto como obrero de construcción en Callao. Lo siguiente fueron trabajos esporádicos, jornadas de 14 o 16 horas, de lunes a sábado. Incluso, dormir en la obra. Para aguantar ese ritmo de trabajo, tomaba anagésicos.
Su salario como obrero le permitió librarse de sus deudas. Después de cinco meses, encontró un nuevo empleo, como tutor de un colegio, justo cuando empezó la pandemia. Para ejercer como psicólogo en Perú necesitaba homologar su título y colegiarse.
La ONG Unión Venezolana por el Perú ―actualmente una de las aliadas del Proyecto de Inclusión Económica de USAID y WOCCU― lo ayudó con la homologación del título. Después se colegió y, en el contexto de la pandemia, Nestor consiguió un empleo en un consultorio clínico.
Aquí en Perú no hay mucha cultura de salud mental. Entonces, surgió la necesidad forzada, porque el gobierno exigía que todo colegio debería tener un psicólogo, toda empresa. Había subido la tasa de depresión, suicidio, de niveles de ansiedad”.
Nestor
En el consultorio clínico estuvo trabajando seis o siete meses y luego brindó sus servicios a una empresa que terceriza su servicio al sector minero.
Las vueltas que da la vida: justamente la persona que me entrevistó era de mi promoción en Venezuela. (...) Era un trabajo de campo donde me tocaba viajar a minas. Viajé hacia la mina Colquisiri, que queda en Huaral; Condestable, que queda por Cañete, Mala. (...) [Los obreros de la mina] son personas que también tienen sus necesidades, solamente que son un poco más cerrados por desconfianza. Allí trabajé y aprendí cómo armar un programa de salud mental, el tema de la doble presencia (interacción trabajo-hogar), el hostigamiento sexual laboral, el agotamiento físico, la ansiedad, la impulsividad, la agresividad de los trabajadores”.
Nestor
Nestor pudo traer a su madre y a su hermano de 23 años, que ahora viven con él. En un futuro próximo, planea desarrollar otras habilidades e intereses, como la fotografía y la cocina, y así diversificar sus ingresos.
“Quiero prestarle un servicio a la sociedad. Quiero no tener la paranoia que ya el mes que viene me pueden o no renovar porque eso sí es frustrante y llega una edad en la que uno lo que quiere es estabilidad, uno quiere armar una familia y yo para formar una familia necesito tener estabilidad laboral. (...) Yo le debo a Perú muchas cosas. Yo soy una persona que me caracterizo por ser tímido y Perú ha hecho que me fortalezca más, que sea extrovertido y que aprenda a sobrevivir”.
Nestor
Desconocimiento de la documentación válida para extranjeros
A esas barreras se suma que algunos empresarios no conocen la legislación sobre contratación de extranjeros ni los documentos que acreditan una situación de regularidad. “Al desconocer la norma tienes un efecto: o no quiero ninguna contratación o me multan, entonces ya no quiero contratar tampoco”, apunta la psicóloga Nurys Morin.
“Desconocen, por ejemplo, el tema del CPP y los permisos temporales de permanencia para trabajar, entonces (los empresarios) no quieren aceptar el PTP porque no saben si efectivamente representa eso y también por (…) el tema de la percepción de inseguridad”, explica.
Por añadidura, la comunidad migrante suele desconocer los trámites de regularización y, en algunos casos, está expuesta a desinformación.
Voy a hablar por el venezolano o el caribeño. A veces se queda mucho con lo que le dicen los demás: ‘Ay, no, es que tal persona me dijo que era así’. Entonces compramos solamente una idea. Al principio se me hizo un poco complicado regularizarme porque me quedaba mucho con lo que me decían las personas. (...) (Luego me enteré que) por el convenio de la Comunidad Andina tú puedes ejercer acá, como un peruano puede ejercer en Venezuela, siempre y cuando tenga todos sus papeles en regla. El primer paso que tienes que hacer es inscribirte en la Sunedu”.
Astrid
Astrid Flores (24) nació en Valencia, estado Carabobo. En el colegio, estudió con compañeros de padres peruanos, que habían salido del país en los años 70. A los 20 años se graduó como odontóloga. Ante la crisis económica en Venezuela, practicaba el trueque: los pacientes le ofrecían alimentos para que les curara los dientes. Dos años después, en 2022, vino a Perú, donde ya residía su hermano mayor.
Sus primeros empleos en Perú fueron como anfitriona y mesera. Trabajó en Santa Anita, Chorrillos, Miraflores. A los 15 días de haber llegado, consiguió un trabajo como asistente dental en San Isidro, a través de una amiga que la recomendó.
Como todavía no estaba colegiada, solo podía trabajar bajo la supervisión de otro odontólogo. La jornada era de 8 o 10 horas y, aunque el salario era bajo, se sentía más cómoda dedicándose a lo que había estudiado.
Mi hermano me decía: (...) ‘Me imagino que con eso vas a pagar el alquiler, pagar el transporte, mandar algo para Venezuela y con lo que te quede será, no sé, para unos zapatos’ y yo sudando frío, porque realmente no me alcanzaba. Eran como 900 u 800 soles que había hecho en el mes y él me dijo ‘Tú tienes que arriesgarte, tú tienes que empezar a ser odontólogo particular, emprender’”.
Astrid
Astrid, al igual que Nestor ―el psicólogo― se colegió y, así como Ender ―el profesor particular de inglés―, ofreció sus servicios por cuenta propia.
“Decidí abrir mi primer consultorio, un consultorio muy chiquitico. Yo creo que era de unos 50 por 1,50 m, pero fui la persona más feliz del mundo porque ya podía trabajar independientemente”.
Astrid
Como no tenía el capital suficiente para abrir un consultorio desde cero, alquiló uno establecido, “como un coworking dental”. Su hermano ―comunicador de profesión― programó una publicidad en Facebook para conseguir clientes. El primer día, nueve personas le confiaron su sonrisa.
Luego, pudo traer a su mamá al país. Se mudó a un consultorio más grande. Comenzó a colaborar con otras odontólogas venezolanas.
“Hace como un año y medio empecé a trabajar con una doctora venezolana que nunca le habían dado trabajo (como odontóloga) porque era venezolana. Yo le decía ‘Wow, cuánto tiempo tienes acá’ y me decía seis años. O sea, trabajaba como asistente (dental) porque en ningún lado la querían recibir. (...) A veces uno también tiene que darse la mano entre compatriotas (...) la idea es apoyarnos unos a otros”.
Astrid
Discriminación y asociación del venezolano a temas de inseguridad
Morin y Licheri consideran que la percepción negativa de la comunidad venezolana desalienta la contratación de personas extranjeras. Y esta se construye a través de diferentes fuentes, como las autoridades, los líderes de opinión e incluso los medios de comunicación.
Respecto a los medios informativos, “no es nada más un tema de contenido, sino la frecuencia con la que se vincula con la inseguridad (…), entrevistamos a un medio local y nos dijeron que ellos balancean de forma equitativa las noticias de criminalidad, porque 50% lo hacen sobre extranjeros y 50% sobre población local, pero eso está muy lejos de un balance real, cuando un 3% de estos crímenes son de población migrante y 97% de de población local”, explicó el economista.
De acuerdo con el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), hasta septiembre de 2024, el 94,84% de las personas recluidas en un penal del país son de nacionalidad peruana. El 3,76% de la población penitenciaria (que incluye a sentenciados y procesados con medidas de detención) son venezolanos. El resto son extranjeros de otros países.
Además, los peruanos componen el 89,3% de la población penitenciaria por extorsión hasta la mitad de este 2024. El 8% son venezolanos y el 2,5% colombianos. El resto es de otra nacionalidad.
Para Ender Concepción, una de las dificultades para trabajar como profesor particular de inglés fue la propaganda negativa a personas de su nacionalidad.
Ciertamente, hay delincuencia venezolana en Perú, nosotros lo sabemos y lo admitimos, pero si tú revisas cifras oficiales, sobre todo de la Policía y los organismos de seguridad del Estado, el porcentaje de delitos (...) no se corresponde a la exposición mediática. (...) Al principio tenía clientes que cuando me decían: '¿Pero de qué país es usted?'. 'Ah, yo soy venezolano', no me escribían más. Entonces, al principio tuve ese choque, pero ya después dije: 'Nada, yo no tengo por qué sentir vergüenza de mi nacionalidad'. O sea, yo amo ser venezolano, amo mi país, lo extraño muchísimo”.
Ender
Propuestas de solución: ¿cómo facilitar la integración económica?
Dorkas Soto, asistente de Monitoreo y Evaluación de la OIM, apuntó a dos aspectos propuestos en el estudio: la regularización y el reconocimiento o convalidación de títulos. De esta manera, se podrían “aprovechar (…) las carreras, las capacidades técnicas y académicas que tienen”, con el fin de que se inserten en el mercado formal y contribuyan a la economía peruana.
David Licheri coincidió en ello. «Lo primero sería asumir planes de regularización migratoria en el largo plazo. Además, se tiene que entender que las ideas restrictivas de la migración lo único que causan es más migración irregular«, indicó.
Lo siguiente, para el economista, sería realizar programas de inclusión económica, a través de la promoción de emprendimientos o el fomento del ejercicio de la profesión de la población migrante.
Por su parte, Nurys Morin apuntó al discurso público. “La primera, yo creo que sería tratar de bajarle dos (rayas) al discurso xenófobo en medios sociales, porque eso impacta en todo nivel y hacer una promoción efectiva de las carreras en las que el Perú no invirtió ni un sol y que puede aprovechar”.
“La asimilación es importantísima para la disminución de las necesidades propias del peruano. (…) Los problemas de los migrantes son los problemas de los peruanos, es lo mismo para todos. Estamos en este pedazo de tierra, tratando de echar para adelante y creo que comprender eso es importante; desde el poder hasta el ciudadano de a pie. Entender que los problemas que tú tienes son mis problemas también, si la calle está rota, si vamos al hospital y no nos atienden, es el mismo problema para ti y para mi”, concluyó Morin.
Notas
- El estudio «Análisis exploratorio de la contribución fiscal y económica de la migración venezolana», de la OIM y Equilibrium fue presentado en un evento organizado por el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), el 12 de octubre.
- Valiosos es un programa de la ONG VeneActiva, dirigido a migrantes venezolanos en Perú, que funciona desde el 2019. El programa tiene tres componentes: la inserción laboral, el desarrollo de habilidades blandas y la habilitación de títulos profesionales.
- Información proporcionada por la Sunedu, procesada por Milagros Requena/Checa.pe.
- El Programa de Inclusión Económica, de USAID y WOCCU, apunta a mejorar la empleabilidad y promover el emprendedurismo. Se ha desarrollado en Perú y en Ecuador desde el 2020.