El momento más esperado se acerca. En medio de un ambiente extremadamente tenso, el presidente Nicolás Maduro asistirá este viernes 10 de enero a la Asamblea Nacional para inaugurar un nuevo mandato y prolongar su estadía en el poder al menos hasta enero de 2031.
Pero la oposición, representada en su candidato presidencial, Edmundo González, tiene otros planes: El dirigente, de gira por países americanos, asegura que llegará a Caracas a reclamar el mando el viernes, aunque aún no está claro cuál será la vía que usará para ingresar a su militarizado y fuertemente custodiado país.
González, con un discurso apoyado por la oposición interna y gran parte de la comunidad internacional, se reclama vencedor de las elecciones del 28 de julio, y muestra como prueba a las actas que reunió su organización. El oficialismo asegura que Maduro ganó, pero no ha presentado ningún elemento de prueba en esa vía.
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Claves de la coyuntura: el oficialismo, la oposición, las elecciones, el mundo
Una profunda crisis económica, política y social que ha llevado a casi ocho millones de venezolanos al exilio tras casi 12 años de gobierno de Maduro, unas elecciones que según diversas instancias carecieron de la más mínima legitimidad, una oposición con una fuerza que no se le vio antes en 25 años y una expectación protagónica de varios países, configuran el cuadro que tendrá esta semana uno de sus momentos más cruciales, aunque no el definitivo.
La Revolución Bolivariana, los antecedentes
En 1999, la región se estremeció con la llegada al Palacio de Miraflores de Hugo Chávez, militar carismático, de talante autoritario, admirador de la Cuba de Fidel Castro y con un discurso latinoamericanista y de persistente denuncia al “imperialismo” estadounidense.
Desde sus primeros pasos en un gobierno al que llegó a través de elecciones -e incluso desde antes, cuando intentó acceder al poder mediante un golpe militar-, parte de la comunidad internacional dudó del carácter democrático de un Chávez que, además, buscaba trasladar su proyecto más allá de las fronteras de Venezuela.
La fase Chávez llegó al final en 2013, cuando el presidente sucumbió ante un cáncer, con lo que la posta fue asumida por su vice, Maduro, un exdirigente sindical con las mismas ideas y quien se mantiene en el poder a pesar de la crisis económica que llevó a la ruina a la otrora potencia petrolera, lo que él atribuye al “imperialismo” y sus aliados.
La fortaleza de la oposición y unas elecciones cuestionadas
En los últimos años, bajo la influencia de María Corina Machado, la oposición logró la fuerza para disputarle el poder al “socialismo del Siglo XXI”. La dirigente fue excluida de la contienda electoral por decisión del oficialismo, pero emergió entonces González, un diplomático septuagenario que había sido ajeno a la política.
El 28 de julio, los venezolanos acudieron a las urnas en medio de obstáculos para la oposición. El Consejo Nacional Electoral proclamó vencedor a Maduro, pero sin mostrar actas. La oposición, en cambio, logró recolectar la mayoría de esas actas, con lo que reclamó el triunfo y recibió el apoyo de varios gobiernos que anunciaron el no reconocimiento a un nuevo período de Maduro.
En esas actas, 25.575 que representan 85,18 del total, González suma 7.443.584 votos, contra 3.385.155 de Maduro, una ventaja irreversible que se traduce en 67 % contra 30 %. El Consejo Nacional de Elecciones, contralado por el oficialismo, no ha logrado mostrar ningún documento discrepante.
Las protestas fueron reprimidas: por lo menos 23 personas murieron en la semana siguiente y más de 2.400 fueron detenidas, aunque varias ya han sido liberadas. La organización Foro Penal, que lleva la cuenta, cifra en 1.794 el número de “presos políticos”.
González se fue a España tras soportar acosos, pero en la actual coyuntura se muestra decidido al regreso, incluso cuando no se ve en qué forma podría ingresar al país y cuando el ministro del Interior, Diosdado Cabello, ya advirtió que si logra sortear las barreras será detenido.
El crucial viernes 10 de enero y la toma de posesión
Venezuela y particularmente Caracas lucen tensas en las horas previas al 10 de enero. Cabello asegura que todo está bajo control, con elementos armados revisando cada punto crítico, y que la ceremonia se cumplirá tal como la tiene prevista el gobierno.
Según el expresidente colombiano Andrés Pastrana, él y varios exmandatarios latinoamericanos, como el boliviano Jorge Quiroga, la costarricense Laura Chinchilla, el ecuatoriano Yamil Mahuad, los mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, los panameños Mireya Moscoso y Ernesto Pérez Balladares y el paraguayo Mario Abdo, se alistan para acompañar a González en su intento de entrada.
“Que vengan, que aquí los recibiremos”, ha respondido con sorna Cabello, uno de los hombres más fuertes de la estructura chavista. Pastrana habló de un inminente encuentro de los expresidentes en Panamá para decidir los detalles.
El mundo toma posiciones previo al 10 de enero
Esta semana, Maduro rompió relaciones con Paraguay por reconocer a González como presidente electo. La diplomacia ya estaba rota desde antes con Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay. El mandatario tiene apoyo de Bolivia, Cuba, Honduras y Nicaragua, mientras que tres referentes básicos, Brasil, Colombia y México, no convalidan el proceso, pero tampoco priorizan la confrontación.
Fuera del subcontinente, los grandes aliados de Maduro son China, Irán y Rusia, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea están en el bando crítico. Aún no está clara la política del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, pero por ahora nombró secretario de Estado a Marco Rubio, un antiguo enemigo declarado del chavismo.
Los acontecimientos son seguidos con inquietud por los venezolanos en el exilio, cerca de 1,7 millones de ellos establecidos en Perú, país que anunció este martes su reconocimiento a González como presidente electo.
En múltiples puntos del planeta, incluidas Lima y otras ciudades de Perú, habrá marchas y concentraciones esta semana. También en Venezuela están previstas movilizaciones que el oficialismo pretende eclipsar con sus propios actos de masas.
Expertos coinciden en que el 10 de enero será una jornada crucial para ver cómo se mueven las aguas, pero advierten que el proceso no terminará ese día para ningún bando y que buena parte de la historia está por escribirse.