El nuevo presidente panameño, José Raúl Mulino, busca cerrar figurativamente la selva del Darién, pero expertos creen que esa idea solo añadirá problemas a las políticas sobre la migración irregular que cruza Centroamérica y apunta a Estados Unidos como destino final
La idea del presidente Mulino, de “cerrar” el Tapón del Darién, inhóspita selva por la que en 2023 se colaron unos 540.000 migrantes con destino a Norteamérica, es físicamente impracticable, pero afecta las políticas migratorias y alimenta la xenofobia, según expertos.
“(El cierre) no es posible (porque) las fronteras son permeables, vivas; pero el poder de esas declaraciones es negativo (porque) crea un efecto replicador en los demás mandatarios y, por supuesto, en el poblador de Panamá”, le dijo a Checa.pe desde España la abogada Ana María Díez, presidenta de Coalición por Venezuela, que agrupa a organizaciones de migrantes venezolanos en varios países.
“Esas propuestas no parecen casualidad y fomentan la xenofobia y la discriminación, creando un ambiente que puede derivar en abusos. El ‘nosotros versus vosotros’ divide y crea un espíritu de competencia desigual”, coincidió el politólogo peruano Roger Santa Cruz, al recordar además otras iniciativas, como la construcción del muro con Bolivia que plantea el líder derechista chileno José Antonio Kast.
Mulino, que se posesionará el 1 de julio tras ganar holgadamente las elecciones con ofertas de mano dura, ha insistido en su idea: “Panamá y nuestro Darién no es una ruta de tránsito (sic). No señor, esa es nuestra frontera”, señaló en un mitin. Aunque el istmo no es un gran receptor de migración permanente, su ubicación lo hace estratégico para quienes anhelan llegar en forma irregular desde Sudamérica a Estados Unidos.
El presidente electo aclaró en medio de las críticas que el propuesto cierre del Tapón no es físico, sino un “concepto filosófico” que se traducirá en que quienes logren entrar a Panamá por esa vía serán interceptados y repatriados “con todo apego a los derechos humanos, para que sepan los que quisieran venir que aquí el que llega se va a devolver”.
Reelección de Maduro podría repotenciar el paso por el Darién
Las advertencias de Mulino se dan en momentos en que la ola migratoria por América no solo no da tregua, sino que podría crecer con las elecciones en Venezuela, país del que proceden cerca de dos tercios de las personas que se adentran en el tapón, selva espesa y lodosa de 50.000 kilómetros que une –o más exactamente separa- a Sudamérica de Centroamérica.
Según una encuesta de la firma Delfos, cuatro de cada cinco habitantes de Venezuela quisieran irse si el presidente Nicolás Maduro es dado por reelecto en los comicios del 28 de julio, marcados por denuncias de irregularidades. “Esto podría poner (en el exilio) a 1,8 millones de venezolanos, aparte de los 7,9 millones que ya estamos fuera”, advirtió Díez.
“(Con el proceso electoral) se rompió lo que se estaba diciendo de que Venezuela estaba mejorando y que la gente estaba regresando (…). El régimen de Maduro ha cercado más el espacio cívico, ha incrementado la persecución a periodistas, comunicadores, defensores de derechos humanos, líderes de la oposición”, agregó la líder de Coalición por Venezuela.
Similar percepción tiene Santa Cruz, para quien la reelección “desalentaría a los venezolanos que aún creen en la recuperación de la democracia”. El proceso ha sido objetado incluso por mandatarios afines a Maduro, como el de Colombia, Gustavo Petro, y el de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, que critican que no se le permitiera ser candidata a la principal líder de oposición, María Corina Machado.
El Darién, la primera puerta hacia el “sueño americano”
Las 540.000 personas que según Migración Panamá cruzaron el Darién en 2023 para imponer récord por sexto año consecutivo, serán superadas por las 800.000 que organismos como UNICEF pronostican para 2024, incluidos 160.000 niños, niñas y adolescentes, un sector especialmente vulnerable.
“El Tapón no es lugar para niños. Muchos han muerto en este arduo y peligroso viaje (…). Muchos de los que sobreviven al viaje llegan enfermos, hambrientos y deshidratados, a menudo con heridas o infecciones y en desesperada necesidad de apoyo”, advirtió el director ejecutivo adjunto de UNICEF, Ted Chaiban.
“No aconsejo venir con niños o ancianos. Duré tres días (en la travesía) y llegué a pensar que si llegaba a pasar un día más iba a perder la vida ahí”, contó Eduardo, sobreviviente del cruce que junto a dos compañeros narró la experiencia en un video de la Organización Internacional para las Migraciones.
Para la directora de Migración Panamá, Samira Gozaine, 99% de quienes van por el Tapón son víctimas de traficantes que los someten a violaciones sexuales, robos, secuestros, vejámenes. La promesa es que el trayecto tomará dos días, pero en realidad son hasta 10 días por ríos y montañas, con lluvia incesante, dolor de cabeza, vómitos, diarrea, fiebre, consumo de agua contaminada por cadáveres y excrementos, ropa siempre mojada y comida siempre insuficiente.
“Los riesgos geográficos de la ruta, las enfermedades, los informes de asesinatos, robos a mano armada, abusos sexuales y otras violaciones son habitualmente descritos a nuestros equipos por los migrantes a su llegada”, señaló Médicos Sin Fronteras, organización humanitaria que da asistencia a las víctimas y se queja de que Panamá no presta la suficiente colaboración.
La represión, una tendencia peligrosa para enfrentar la migración
Las políticas represivas lanzadas por los Estados podrían empeorar la situación: “Migrar es un derecho, no un delito, no puede ser criminalizado. Estos discursos van contra todo estándar internacional de acción humanitaria y, sobre todo, ponen una doble discriminación sobre los venezolanos, que de hecho ya no estamos siendo reconocidos como refugiados”, sostuvo Díez.
“Son discursos que polarizan, dividen y erosionan la cohesión social, que buscan ganar apoyo político capitalizando emociones como el miedo y la incertidumbre”, comentó Santa Cruz, para quien las políticas represivas hacen que las salidas reales se busquen en el espacio de la irregularidad.
Y la situación va cambiando, casi siempre en términos negativos, de acuerdo con los vaivenes políticos. Por ejemplo, el ascenso de Petro en Colombia, el país con la mayor cantidad de venezolanos recibidos –mínimo 2,5 millones, de los que unos 800.000 están en la irregularidad-, ha hecho que el tema pase a “segundo plano”, según académicos.
“Colombia solía llevar la batuta en un modelo ejemplar de integración de los venezolanos y ahora ha limpiado un poco la data de migración, ha bajado un poco los números y tiene una propuesta de ley que restringe el acceso al estatuto temporal de permanencia. Ahora hay un embudo que limita (los beneficios) a unos pocos”, destacó la activista.
La situación migratoria también ha generado roces de distinta intensidad entre Venezuela y otros dos grandes receptores, Chile y Ecuador, mientras que, más al norte, en México, hay preocupación porque, según la Unidad de Política Migratoria, se estima que la llegada de venezolanos se incrementará este año en 324%. México, más que destino, es la pretendida puerta de entrada a Estados Unidos.
Las políticas y dinámicas internas aumentan también los sentimientos antimigración en Perú, donde crecen las propuestas punitivas, como la de endurecer las normas de nacionalización. Así, el Darién, con rumbo a Estados Unidos, parece la única puerta de esperanza para muchos venezolanos que permanecen en su país o en alguno de los sudamericanos a que se han trasladado, y que por limitaciones económicas o de documentación prefieren recurrir a la ruleta del tránsito por el Tapón.
En la selva panameña, a los venezolanos se les unirán viajeros de Ecuador, Colombia y Perú, tres países de aumentaron sus ritmos de emigración, según sus organismos especializados. También habrá haitianos, chinos y muchos buscadores más del “sueño (norte) americano”, dispuestos a enfrentar los obstáculos, tanto los poderosos que interpone el Darién, como los de más dudosa viabilidad que pretende Mulino.